El año pasado sucedió algo por primera vez dentro de la ingeniería de anticuerpos—la Comisión Europea aprobó un nuevo medicamento contra el cáncer llamado Removab (catumaxomab), un anticuerpo especialmente diseñado para atrapar tanto las células cancerígenas como las inmunes de forma que la célula inmune pueda matar a la cancerígena. (El medicamento está siendo sometido a pruebas para la aprobación por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU.)
Un nuevo grupo de moléculas de complejidad similar, conocidas como “anticuerpos biespecíficos” por su capacidad para llevar a cabo dos cosas al mismo tiempo, se encuentra en la actualidad en fase de pruebas clínicas. Los dos brazos de estos anticuerpos funcionan en conjunto para tratar el cáncer y otras enfermedades, uniendo dos tipos de células. Al igual que ocurre con el Removab, esto supone la captura de dos tipos distintos de receptores en la superficie de la célula, o la utilización de un brazo para distribuir medicamentos a células específicas que el otro brazo haya capturado.
Los científicos afirman que este tipo de ataque por dos frentes puede hacer que las terapias anti cáncer actuales sean más potentes y ayuden a combatir la resistencia a los fármacos, un problema que sufren algunas terapias contra el cáncer especialmente dirigidas. “Si puedes incluir dos tratamientos en una molécula, puedes acabar poseyendo un medicamento más activo y puedes entregarlo a la FDA más rápidamente,” afirma Carlos Barbas, presidente del Instituto Skaggs para Biología Química en el Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California.
Aunque el concepto de anticuerpos biespecíficos es conocido desde hace décadas, el método no ha disfrutado de éxito clínico hasta muy recientemente. Los avances dentro de este campo se han visto acelerados por nuevas formas de diseñar y fabricar los anticuerpos, que toman partido de los avances en la ingeniería de proteínas, así como del éxito de los anticuerpos de un único objetivo, tales como el herceptin, y que ya se encuentran en el mercado. “La aprobación europea del anticuerpo Trion proporciona una prueba de principio de que esta tecnología funciona,” señaló Tariq Ghayur, científico senior principal en Abbot Laboratories, en Worcester, Massachusetts, durante una conferencia en Boston organizada por el Consejo de Biotecnología de Massachusetts el miércoles. “Creo que durante los próximos años, veremos muchos avances en este área.”
El herceptin, un anticuerpo utilizado para tratar algunos tipos de cáncer de pecho y otros tipos de cáncer, ha sido uno de los primeros casos de éxito dentro de los tratamientos contra el cáncer especialmente dirigidos. Administrado principalmente a mujeres cuyo cáncer sobre-expresa un receptor llamado HER2, el anticuerpo se vincula al receptor, animando al sistema inmunitario para que ataque a la célula.
Los anticuerpos biespecíficos más novedosos también se dirigen al HER2, pero de forma distinta. Merrimack Pharmaceuticals, una startup de Cambridge, Massachusetts, ha desarrollado un candidato de anticuerpo biespecífico llamado M-111. Un brazo se vincula al receptor HER2, y el otro se vincula a un receptor relacionado llamado HERB3. Al vincular los dos, se evita que ambos receptores se unan y activen una vía de señalización importante dentro de la supervivencia de la célula. El medicamento se encuentra actualmente en una fase inicial de pruebas clínicas para tipos de cáncer que sobreexpresen el HER2.
Uno de los problemas del herceptin es que los tumores pueden desarrollar resistencia al fármaco, un problema que los anticuerpos biespecíficos quizá podrían solventar. “El cáncer a menudo se escapa de los tratamientos especialmente dirigidos contra él gracias al descenso en la regulación del objetivo o mediante su mutación,” afirma Barbas. “Las probabilidades de escapar frente a un fármaco que golpee al cáncer desde múltiples frentes son mucho menores puesto que el cáncer no puede mutar dos receptores a la vez.”
Aunque el M-111 tiene el mismo objetivo que el herceptin, actúa de forma distinta, utilizando el HER2 sólo como marcador para células cancerígenas en vez de como objetivo de la actividad inducida por el fármaco. Ulrik Nielsen, director científico en Merrimack, afirma que puesto que el anticuerpo funciona a través de distintos mecanismos, el M-111 podría distribuirse junto al herceptin. De hecho, señala, podría probar su efectividad a la hora de destruir células cancerígenas que se hayan hecho resistentes al herceptin.
Otro anticuerpo biespecífico actualmente bajo pruebas clínicas en Pfizer sigue un método similar. Se vincula a dos moléculas que favorecen el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan los tumores: la VEGF, una proteína que actúa como objetivo del popular medicamento Avastin, y la ANG-2. Si el tumor evoluciona y genera resistencia a una, el medicamento aún puede atacar a la otra.
La combinación de la acción de dos anticuerpos también podría ser más económica para las compañías farmacéuticas y para los pacientes. La puesta a prueba de dos fármacos experimentales por separado y después en conjunto tiene un precio prohibitivo. Además los fármacos que ya existen en el mercado son extremadamente costosos. “Las combinaciones de fármacos monofuncionales no es algo que nos podamos permitir—un tratamiento con herceptin puede costar hasta 200.000 dólares,” señala Barbas, cuya investigación condujo al desarrollo del anticuerpo de Pfizer que ahora se encuentra en fase de pruebas clínicas. “Necesitamos incluirlo todo en un único paquete proteínico que pueda ser manufacturado y distribuido entre los pacientes con el mismo coste que un único anticuerpo.”
Un nuevo grupo de moléculas de complejidad similar, conocidas como “anticuerpos biespecíficos” por su capacidad para llevar a cabo dos cosas al mismo tiempo, se encuentra en la actualidad en fase de pruebas clínicas. Los dos brazos de estos anticuerpos funcionan en conjunto para tratar el cáncer y otras enfermedades, uniendo dos tipos de células. Al igual que ocurre con el Removab, esto supone la captura de dos tipos distintos de receptores en la superficie de la célula, o la utilización de un brazo para distribuir medicamentos a células específicas que el otro brazo haya capturado.
Los científicos afirman que este tipo de ataque por dos frentes puede hacer que las terapias anti cáncer actuales sean más potentes y ayuden a combatir la resistencia a los fármacos, un problema que sufren algunas terapias contra el cáncer especialmente dirigidas. “Si puedes incluir dos tratamientos en una molécula, puedes acabar poseyendo un medicamento más activo y puedes entregarlo a la FDA más rápidamente,” afirma Carlos Barbas, presidente del Instituto Skaggs para Biología Química en el Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California.
Aunque el concepto de anticuerpos biespecíficos es conocido desde hace décadas, el método no ha disfrutado de éxito clínico hasta muy recientemente. Los avances dentro de este campo se han visto acelerados por nuevas formas de diseñar y fabricar los anticuerpos, que toman partido de los avances en la ingeniería de proteínas, así como del éxito de los anticuerpos de un único objetivo, tales como el herceptin, y que ya se encuentran en el mercado. “La aprobación europea del anticuerpo Trion proporciona una prueba de principio de que esta tecnología funciona,” señaló Tariq Ghayur, científico senior principal en Abbot Laboratories, en Worcester, Massachusetts, durante una conferencia en Boston organizada por el Consejo de Biotecnología de Massachusetts el miércoles. “Creo que durante los próximos años, veremos muchos avances en este área.”
El herceptin, un anticuerpo utilizado para tratar algunos tipos de cáncer de pecho y otros tipos de cáncer, ha sido uno de los primeros casos de éxito dentro de los tratamientos contra el cáncer especialmente dirigidos. Administrado principalmente a mujeres cuyo cáncer sobre-expresa un receptor llamado HER2, el anticuerpo se vincula al receptor, animando al sistema inmunitario para que ataque a la célula.
Los anticuerpos biespecíficos más novedosos también se dirigen al HER2, pero de forma distinta. Merrimack Pharmaceuticals, una startup de Cambridge, Massachusetts, ha desarrollado un candidato de anticuerpo biespecífico llamado M-111. Un brazo se vincula al receptor HER2, y el otro se vincula a un receptor relacionado llamado HERB3. Al vincular los dos, se evita que ambos receptores se unan y activen una vía de señalización importante dentro de la supervivencia de la célula. El medicamento se encuentra actualmente en una fase inicial de pruebas clínicas para tipos de cáncer que sobreexpresen el HER2.
Uno de los problemas del herceptin es que los tumores pueden desarrollar resistencia al fármaco, un problema que los anticuerpos biespecíficos quizá podrían solventar. “El cáncer a menudo se escapa de los tratamientos especialmente dirigidos contra él gracias al descenso en la regulación del objetivo o mediante su mutación,” afirma Barbas. “Las probabilidades de escapar frente a un fármaco que golpee al cáncer desde múltiples frentes son mucho menores puesto que el cáncer no puede mutar dos receptores a la vez.”
Aunque el M-111 tiene el mismo objetivo que el herceptin, actúa de forma distinta, utilizando el HER2 sólo como marcador para células cancerígenas en vez de como objetivo de la actividad inducida por el fármaco. Ulrik Nielsen, director científico en Merrimack, afirma que puesto que el anticuerpo funciona a través de distintos mecanismos, el M-111 podría distribuirse junto al herceptin. De hecho, señala, podría probar su efectividad a la hora de destruir células cancerígenas que se hayan hecho resistentes al herceptin.
Otro anticuerpo biespecífico actualmente bajo pruebas clínicas en Pfizer sigue un método similar. Se vincula a dos moléculas que favorecen el crecimiento de los vasos sanguíneos que alimentan los tumores: la VEGF, una proteína que actúa como objetivo del popular medicamento Avastin, y la ANG-2. Si el tumor evoluciona y genera resistencia a una, el medicamento aún puede atacar a la otra.
La combinación de la acción de dos anticuerpos también podría ser más económica para las compañías farmacéuticas y para los pacientes. La puesta a prueba de dos fármacos experimentales por separado y después en conjunto tiene un precio prohibitivo. Además los fármacos que ya existen en el mercado son extremadamente costosos. “Las combinaciones de fármacos monofuncionales no es algo que nos podamos permitir—un tratamiento con herceptin puede costar hasta 200.000 dólares,” señala Barbas, cuya investigación condujo al desarrollo del anticuerpo de Pfizer que ahora se encuentra en fase de pruebas clínicas. “Necesitamos incluirlo todo en un único paquete proteínico que pueda ser manufacturado y distribuido entre los pacientes con el mismo coste que un único anticuerpo.”
Fuente: Technology Review
No hay comentarios:
Publicar un comentario